Es muy normal que personas en edad adulta que tienen miedo al agua y no saben nadar, sueñen que, algún día, podrán nadar entre delfines y, aún mejor, poder compartir el placer de jugar en el agua con sus hijos, con sus amigos o con quien quieran.
Hoy en día hay piscinas en todas partes en las que se dan cursos de natación para adultos durante todo el año. Por lo tanto, nuestros soñadores ya disponen de las instalaciones acuáticas necesarias. Además, las cuotas para apuntarse a un curso son, en general, asequibles para casi todo el mundo.
Pero no solo hace falta tener cerca una piscina, ni tampoco es suficiente que ofrezca cursos de natación a precios razonables. Las personas que tienen miedo al agua también deben tener la voluntad y el ánimo necesario para superar el miedo al agua para apuntarse a un curso de natación. Una vez tomada la decisión, solo queda encontrar el lugar adecuado donde ayuden a personas con miedo al agua, no muy mayores pero ya con una cierta edad, a aprender a nadar.
Ahora pongamos como ejemplo dos historias imaginarias ( pero bastante reales ) de dos adultos decididos a superar el miedo al agua.
Un adulto que ya pasa de los 50 años ( le llamaremos Carlos ) que ha decidido que ya es hora de aprender a nadar. Está harto de ver cómo sus amigos se meten con sus hijos en el agua y él, es el único que no puede ( de niño, cuando lo llevaron a un cursillo de verano, el monitor lo obligó a saltar al agua y se llevó un buen susto; el monitor se tuvo que tirar a por él porque casi se ahoga ).
Ya de adolescente, sin saber nadar, sus amigos le hicieron una ahogadilla
( en el artículo anterior hablé del juego de las ahogadillas ) que casi lo ahogan, por lo que no volvió a meterse más en el agua. Sin embargo, sigue soñando con que algún día logrará olvidarse de sus malas experiencias y aprender a nadar.
También tenemos a una mamá ( la llamaremos Isabel ) de 41 años que ya tiene una niña pequeña que está aprendiendo a nadar en su colegio y vé que si ella no aprende a nadar no podrá disfrutar con su hija en el agua ( también piensa para sus adentros que si le pasara algo en el agua a su hija no podría socorrerla, cada vez que lo piensa le entra una sensación bastante angustiosa ) como los demás padres.
El problema es que aunque sabe nadar un poco, mal pero se defiende, le tiene mucho miedo al agua en la zona donde le cubre.
Carlos e Isabel ya han pasado por varios cursos de natación para adultos pero abandonaron porque, debido a su miedo, necesitaban más atención que los demás y no la recibieron de ningún instructor que tuvieron
( los instructores de natación no están acostumbrados a tratar gente con miedo al agua ).
Finalmente encuentran el curso que creen que les puede ayudar. Dedicado exclusivamente a adultos con miedo al agua. Deciden apuntarse, con la duda de si este curso será el que les ayude definitivamente a quitarse el miedo al agua. Carlos e Isabel coinciden en el mismo grupo de natación.
A Carlos, solo meter la cabeza en el agua ya le impresiona pero espera que el nuevo instructor tenga paciencia con él y el deje el tiempo necesario para conseguirlo.
Isabel empieza bien, pero no deja de mirar de reojo la parte profunda de la piscina. Teme el día que la manden a esa peligrosa zona.
Llevan varios meses de curso y Carlos, por fin ha aprendido a respirar, ya no tiene miedo a meter la cabeza en el agua y es capaz de flotar ( aunque lo pasó mal hasta que pudo soltarse del bordillo para flotar solo ) sin ayuda de flotadores, y de nadar sus primeras brazadas de forma básica.
Desde el primer mes pudo comprobar que era capaz de aprender y progresar y eso le animó mucho a seguir trabajando para conseguir su sueño.
Isabel, a pesar de las dudas iniciales, va ganando confianza con lo que está aprendiendo, el agua se le da bien, aprende los fundamentos básicos está mejorando su nado y ya está cerca de meterse en la zona profunda. La parte de la piscina que más miedo le da.
Ni la edad ha sido un problema, ni el miedo ha podido con ellos. Sólo han necesitado tener la voluntad suficiente para dar el paso ( el paso más difícil es tomar la decisión personal de apuntarse a un curso de natación ) y la suerte de encontrar un curso, después de haber pasado por otros, para adultos con miedo al agua con un instructor de natación preparado para atender a estas personas.
La temporada ha acabado, y el curso ha llegado a su fin.
Isabel ya sabe nadar bien ( ha aprendido a flotar de pie en zona profunda que era una de las cosas que más miedo le daba ). Podrá meterse en el agua con su hija y nadar y jugar junto a ella.
Carlos necesitó dos temporadas completas, pero por fin pudo superar el miedo ( superó el miedo a meter la cabeza en el agua, a relajarse, a flotar tranquilo, a estar bien en el agua, a disfrutar del agua, a nadar en zona profunda con confianza y seguridad en sí mismo, etc. ).
Lo importante no es el tiempo que tardes en superar el miedo al agua sino darte cuenta de que por fin tienes un instructor de natación que te comprende, que sientes que estás progresando poco a poco, que vas superando el miedo al agua y que ya puedes empezar a soñar, ahora sí, que tus sueños se pueden hacer realidad.
Finalmente, Carlos superó el miedo, pudo aprender a nadar y a disfrutar en el agua con sus hijos, igual que Isabel con su hija, a la que mira tranquila y segura a su hija en el agua, como juega y se divierte con sus amigos.