París 2024, día 1: Ariarne Titmus se quedó con la carrera del siglo

Como ya ocurrió en Tokio 2020+1, las nadadoras australianas parecen dispuestas a acaparar todos los focos.

Demostraron su condición de favoritas tras saldar la primera jornada de finales de los Juegos Olímpicos de París 2024 con dos oros y un récord olímpico.

Fue todo un aviso para sus rivales que tendrán muy difícil arrebatar la primera plaza del podio a esta generación dorada de nadadoras australianas, lideradas por Ariarne Titmus en la imponente piscina de La Defense Arena de París.

De hecho, en la tan esperada final de los 400 libre, Titmus demostró su condición de mejor nadadora del mundo en estos momentos.

La australiana, en junio, había establecido un nuevo récord del mundo de los 200 libre (1:52.23) y además se quedó a 6 centésimas de su plusmarca de los 400.

Este sábado no necesitó algo así para revalidar su título de campeona olímpica del 400 con una marca de 3:57.49 minutos.

Aventajó en 88 centésimas a la joven canadiense Summer McIntosh, que se colgó la plata con un crono de 3:58.37, y en más de tres segundos a la estadounidense Katie Ledecky, campeona en Río 2016, que logró el bronce con un tiempo de 4:00.86.

El segundo oro de Australia llegó en el relevo 4×100 libre. Con un registro de 3:28.92 minutos, nuevo récord olímpico, llegaron delante de las estadounidenses y las chinas.

Así, Emma McKeon igualó a las estadounidenses Jenny Thompson y Dara Torres como la nadadora con más medallas en la historia de los Juegos Olímpicos con un total de 12 cada una.

McKeon, que ya sumó siete medallas en Tokio 2020+1, logró su sexto oro olímpico.

Mientras tanto, Lukas Martens rompió el ‘maleficio’ que parecía perseguir a Alemania y 36 años después hizo sonar el himno germano gracias a un nadador masculino, tras proclamarse en 400 libre.

El germano cumplió los pronósticos y se colgó con un tiempo de 3:41.78 minutos el oro por delante del australiano Elijah Winnington, 3:42.21, y del surcoreano Woomin Kim, 3.42.50.

Tampoco hubo sorpresas en la final del relevo 4×100 libre masculino en la que Estados Unidos encadenó su tercer título de campeón olímpico consecutivo al imponerse con un tiempo de 3:09.28 minutos a Australia e Italia.

Jugaron un papel fundamental Chris Guiliano, la nueva estrella estadounidense y Hunter Armstrong que permitieron afrontar a Caeleb Dressel los últimos 100 metros con una ventaja de casi dos segundos.

Por su parte, la estadounidense Gretchen Walsh, la vigente plusmaquista universal, ratificó su condición como máxima favorita para coronarse nueva campeona olímpica de los 100 mariposa tras establecer en las semifinales un nuevo récord olímpico con registro de 55.38 segundos.

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