Por primera vez Federica Pellegrini, una de las nadadoras más fuertes en la historia de la natación y una de las deportistas más importantes que ha tenido Italia, cuenta toda su historia en la autobiografía Oro.
En el libro, según se cuenta, hay esfuerzo, pasión, lo que significa ser el centro de atención desde los 14 años.
“Cuando veo el tablero doy una palmada al agua de la piscina: ¡sí, esta vez lo logré! Me encuentro con la mirada de Alberto (N de R: Castagnetti, su entrenador) y nos echamos a llorar como dos idiotas. Oro y nuevo récord mundial, 1.54:82”, dice Pellegrini, nacida en Mirano, Venecia, el 5 de agosto de 1988. Amada y temida, dos medallas olímpicas, 19 medallas mundiales, 37 europeas, 130 títulos italianos, 11 récords mundiales, 5 Juegos Olímpicos con finales en 200 m libre, Federica Pellegrini, se retiró en 2021, a la edad de 33 años y ahora es miembro de la Comisión de Atletas del COI.
“Las competencias nunca han sido fáciles para mí, pero buscaba esa pelea hasta el último suspiro. Si entendía que tenía que entrar al agua y pelear a muerte, la adrenalina fluía y estaba feliz. Eran las condiciones ideales para competir. Me sentía como un animal acosado. La noche anterior a una competencia casi no comía. Era la tensión, por supuesto, pero también una forma de prepararse para el asalto, como el lobo que ayuna, adelgaza antes de ir a cazar para enfrentar la lucha. El hambre o la inapetencia no eran sólo formas nerviosas, sino manifestaciones de un ancestral instinto de combate”, dice en el libro.
“Al principio, cuando era una niña, sentía un vacío dentro que llenaba con victorias, pero después de un tiempo ya no era eso. A partir de cierto momento, solo lo hice por mí. Me pidieron a quien quería dedicar mis victorias, las más difíciles, las que venían después de épocas duras, las de los renacimientos, me las dedicaba todas a mí, porque yo era la única que sabía los sacrificios que había hecho para conseguirlas. Yo era el lobo ¿Qué sabían los demás, que habían vivido ni la mitad de lo que yo había vivido? ¿Eso me convierte en una perra?”.